De buscar sin ganas de encontrar

Antevasin

Un arte – Elizabeth Bishop

Fragmentos

El arte de perder no es difícil de dominar

tantas cosas parecen llenas con la intención

de ser perdidas que hacerlo no es ningún desastre.

Pierde algo cada día. Acepta la congoja

de las llaves perdidas, las horas malgastadas.

El arte de perder no es difícil de dominar.

Luego practica perder más, perder más rápido:

Lugares, nombres, y dónde deseabas

viajar. Ninguna de estas pérdidas serán desastre.

Aun perderte a ti –la voz traviesa,
el gesto que amo–. No debí mentir.
El arte de perder no es tan difícil
aunque parezca (¡escríbelo!), una… crisis.

Hablar de perder o de perderse en una ciudad cualquiera, de un municipio cualquiera, en un estado cualquiera, en un país cualquiera, de un continente cualquiera, en un mundo cualquiera, en un sistema solar cualquiera, de una galaxia cualquiera, en un universo cualquiera, pareciera algo tan cotidiano y normalizado como lo que ocurre en el poema de Bishop, acostumbrarse a perder, olvidarse de ganar, saber que: son cosas que pasan…

Sin embargo, hablar de la posibilidad de perderse y nunca más ser encontrada, o ser encontrada a medias, o a no ser siquiera buscada, es una realidad muy distinta, que no debiera trivializarse, que no debiera siquiera existir.

Atrás quedan las historias de infancia “del viejo del costal”, cuando el terror se apodera de la realidad.

TE RECOMENDAMOS: De libros que liberan

Pensar en la cantidad de familias que diariamente “pierden” como si fuera un hecho casual a alguno – algunos – de sus miembros y que se quedan por siempre convertidas en rompecabezas, con la interrogante de qué habrá ocurrido, de dónde estarán sus seres queridos, si seguirán con vida, si estarán bien, si estarán siquiera.

Lo ocurrido hace un par de semanas con Debanhi Escobar en el estado de Nuevo León puso de manifiesto la verdad que ocurre en este país: México o por su nombre correcto:

Estados Unidos Mexicanos, un lugar en el que todos los días, cada dos horas -aproximadamente – “se pierde una persona” da por resultado un número -sí, leyeron bien, nos convertimos en números- de 11 por día, 33 por mes, 396 al año, que no han de volver a casa.

Saber que cada vez que ponemos un pie fuera de nuestra casa podemos ser estadística, que nuestros hijos y nuestros nietos no están seguros, vivir con la incertidumbre de tratar de protegerlos y sabernos impotentes.

Saber que a veces al buscar a una aparecen otras seis, otras más, las que nadie busca, las que nadie encuentra. Las que están destinadas a desaparecer, es comprender que o nos cuidamos todas o nos seguiremos perdiendo muchas.

FOR

Un comentario

  1. Palomita querida. Me encanta leerte y me hace reflexionar cuán posible es eso que dices, que hoy por hoy nuestra vida y la vida de nuestros hijos y demás están en peligro. Que cada vez que escuchamos todas esas perdidas . Pensamos en qué momento pudiéramos pasar lo mismo. No hay manera de protección, ya que tenemos que enfrentar nuestra realidad y salir a luchar por sobrevivir. Cuidémonos y ayudemos