De la economía de la oferta o la ficción como realidad trágica

Los Sonámbulos

A la memoria del General José Francisco Gallardo Rodríguez, voluntad indomable.

Por Jesús Delgado Guerrero

Durante la década de los años ochenta causó un gran fervor entre más de un gobernante del mundo. Se creyó haber descubierto el «Santo Grial» de la economía que, ahora sí, haría felices a los capitanes del universo y daría a la humanidad la oportunidad de dejar atrás para siempre capítulos vergonzantes de miseria.

Se le denominó “supply-side economics” o economía de la oferta y corrió a cargo de los estadounidenses Jude Wanniski y Arthur Laffer y el Nobel Robert Mundell, de Canadá. Consiste fundamentalmente en la creencia de que se puede tener un crecimiento económico a partir de otorgar una serie de beneficios a los empresarios (bajos impuestos y desregulación casi total), con lo cual los consumidores ingresarán al reino del capitalismo con abundancia de empleos, bien pagados, y productos a precios que, por fin, la miseria sería casi una anécdota del mundo malvado de Marx y del surrealismo trágico de Luis Buñuel.

Con esa formulita, como una brillante jugada de billar de tres bandas, paraísos fiscales, evasores y elusores de impuestos habrían de desaparecer también, según sus creadores y promotores.

Total, la servilleta donde Laffer dibujó su “curva” (con la propuesta de bajar impuestos a las grandes empresas y fortunas como vía para alcanzar el edén) causó tal enfebrecimiento y fue llevada al pie de la letra por Ronald Reagan y Margaret Thatcher, que el gobierno ya no fue la solución a la demanda (el bienestar de los consumidores mediante la actuación de la autoridad), sino el problema.

La economía ya no dependería de recetas de “economistas difuntos” (Keynes, dixit), sino de una supuesta y renovada “doctrina macroeconómica” sostenida por… los trazos del bolígrafo de Laffer en una servilleta.

Pero desde el principio varios fruncieron el ceño. El Nobel de economía James Tobin (su propuesta de gravar los flujos de capitales -transacciones financieras- para tranquilizar a los “espíritus animales” y sus oleajes especuladores, esta cobrando fuerza en el mundo), observó que “la más popular de las contrarrevoluciones, es también la más amorfa”, al carecer “de un texto sagrado que explique sus fundamentos teóricos”.

“Está más apoyada en opiniones, actitudes y concepciones ideológicas que en un concepto doctrinal coherente, de ahí que sus entusiastas constituyan una abigarrada multitud”, escribió (La Economía de la Oferta: concepto y posibilidades operativas”).

El tiempo puso las cosas en su lugar: con la desregulación y bajada de impuestos no hubo empleos a chorro ni bien pagados; no desparecieron los paraísos fiscales ni los evasores y elusores, tampoco se generaron productos a precios bajos.

Todo fue el revés de lo proclamado por la ciencia ficción, evidenciado más por la pandemia Covid-19. En México, como en el mundo, es notable y grosera la concentración de la riqueza del “1 por ciento”, cuyos miembros hasta litigan por pagar menos de lo raquítico establecido (menos del 18 por ciento, según la OCDE), e incluso gobernantes metidos a empresarios (o viceversa) figuran en lista de “clientes VIP de Andorra”.

¿Empleos? ¿Producción a discreción? ¿Precios bajos? !Bahh! Aquí en México podemos preguntarle a los señores banqueros sobre sus comisiones e intereses, a los telefónicos sobre sus tarifas y a ellos mismos sobre la concentración de la producción mediante sus monopolios.

James Tobin era un escéptico-optimista: “una economía básicamente capitalista puede prosperar y crecer al tiempo que el sector público suaviza las situaciones extremas de riqueza y pobreza, privilegio y desamparo, poder e inseguridad, auge y depresión”.

En otras palabras, la igualdad y la democracia son posibles… cuando las verdaderas revoluciones no se hacen en servilletas, sino cuando se atienden los hechos (y eso ya lo están más o menos viendo hasta los más ortodoxos).

Últimas líneas para agradecer a los directivos de La Jornada Estado de México, en especial a Diana Mancilla, la invitación a esta sección, pero asuntos de carácter personal imponen una pausa. Los Sonámbulos estarán de regreso en breve.