Dudas, indecisiones y consecuencias
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Hace un par de días la diputada federal Ana Lilia Herrera Anzaldo, quien también aspira a la candidatura por la gubernatura del Estado de México, anunció en un video que los espectaculares que están colocando bajo su nombre no han sido pagados por ella.
Esto significaría que alguna persona pagó para promocionar a la diputada, lo cual, según marca la ley, sería un delito.
Es por esta razón que la propia Ana Lilia tuvo que salir a desmarcarse y decir que ella no se promociona en estos medios.
Evidentemente la aspirante a la candidatura por la gubernatura del PRI conoce la legislación, no cometería el error de publicitarse de una manera tan abierta violando la ley y afectando con ello sus aspiraciones hacia 2023.
Entonces ¿Quién está detrás de estas publicaciones que podrían afectar a esta aspirante priista?
¿Estamos ante la primera evidencia de una posible guerra sucia al interior del tricolor en la búsqueda de alcanzar la postulación de su partido?
Demostrando las tablas que maneja en el ámbito de la política, Ana Lilia zanjó la situación agradeciendo a quien sea que esté manifestando así su apoyo, evitó una confrontación directa o una guerra de acusaciones y especulaciones.
La situación también nos deja ver que el resultado de la indecisión del priísmo en el Estado de México los está llevando al desgaste entre sus aspirantes quienes empiezan a mostrar nerviosismo con este tipo de acciones.
Aunque todos apuestan a que en el PRI, como en Morena, la decisión de la candidatura será a través del ancestral método de “selección por el dedo divino”, sabemos también, por otros antecedentes, que no siempre se elige por gusto sino por beneficio del momento.
Además ni siquiera se ha determinado el método por el cual se legitimará la selección, una elección directa, votos de los consejeros o consulta a la militancia o algún otro mecanismo que de paso al tradicional ritual de la inscripción con porras y aplausos.
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El letargo en la decisión por parte del priísmo no solo ha desesperado a quienes podrían ir con ellos en alianza, también a sus propias huestes, y da pie a las especulaciones respecto a pactos en lo oscuro y negociaciones tanto ficticias como posibles.
Hay que decir que, en un principio, la decisión fue aplaudida por quienes la vieron como una respuesta valiente a la precipitación morenista en la designación de su candidato, pero a toro pasado hoy surgen las dudas respecto a si están midiendo mal los tiempos.
Entre que son peras o son manzanas, Enrique Vargas tomó la decisión y comenzó su andar en una ruta que tiene todos los tintes de campaña.
Incluso, tomando prestados los colores de la alianza porque, a final de cuentas, los colores no son propiedad de nadie.
El diputado local no solo ha logrado la difícil tarea de unir al panismo estatal, comienza a ganar adeptos entre los priístas que se desesperan de la indecisión de su partido y que, además no confían en las encuestas que le dan ventaja a las aspirantes visibles del tricolor.
En el perredismo, pese a que la disputa interna por la dirigencia estatal sigue a todo lo que da y ahora contamina las negociaciones de una alianza, los del sol azteca también han decidido, al menos por una facción, lo que le permite enfrentar su realidad.
Entre candidato “legítimo” y candidato “espurio”, dan muestra de que no han superado aquello que los mantiene lejos del partido que fue; se muestran más como una familia que disputa el cadáver del abuelo que como un grupo sólido que puede aportar algo.
En Morena la decisión ya estaba tomada y las aguas parecen tranquilas hasta ahora. Delfina Gómez entrará muy pronto en modo campaña y sería un error pensar que será la misma candidata inexperta que hace seis años se quedó a unos votos de la gubernatura.
La morenista mantiene el aprecio de quien le ha dado dos oportunidades de gobernar la entidad y aunque todavía le resta curar la herida que parece haberse abierto con Higinio Martínez, no cabe duda que el respaldo presidencial terminará por imponerse.
j.israel.martinez@gmail.com