Habla la Ultratuza: “A la tribuna hay que darle color”

• Siempre se hizo hincapié en que el futbol es una fiesta los 90 minutos, para alentar al equipo; nunca se nos habló de agredir al contrario, asegura Guillermo Licona

Hace 26 años, en enero de 1996, cerca de 300 personas acudieron a una reunión en el Poliforum José María Morelos y Pavón, junta que fue promocionada por el Club Pachuca entre los jóvenes de la capital hidalguense, en donde se dio a conocer la intención de crear una barra de futbol.

Jorge “el Chino” Díaz, argentino que comandaba la barra morada del Saprissa, y el chileno Eduardo González Tapia, capo de la Universidad Católica de Chile, explicaron a los noveles asistentes cómo sería la tónica para apoyar. Una fiesta al estilo sudamericano, de cantar y saltar los 90 minutos al ritmo de un bombo que marcaría los cánticos, con banderas, bengalas, talco en extinguidores y toda la parafernalia que solo se conocía a través de los partidos que se veían en la televisión por cable.

La Barra Ultratuza, además de ser la primera en México, también fue la primera en credencializar a sus integrantes, dar descuento en la compra de sus boletos, apoyar en algunos viajes y en el colorido de la fiesta. Poco después surgieron la Azul y Oro de Pumas y la Barra 51 del Atlas, y empezó a extenderse este modelo que, posteriormente, comenzó a tener incidentes en diferentes plazas del país.

Con casi 12 años en la Ultratuza, Guillermo Licona, originario de El Arbolito, comparte las realidades de estos últimos tiempos en la barra. Mencionó que cada vez que se registra un incidente en una plaza, como el más reciente en Querétaro, es costumbre voltear hacia Pachuca y culpar al Club de importar este modelo.

En 2007, el club pretendió cambiar de modelo creando la Ola Tuza, la cual fue rechazada por la afición.

Licona refiere que a él le tocó 5 años de ser credencializado por parte del Club, la última que les dieron fue una especie de disco, hasta que después cambiaron los controles con un sistema de seguridad consistente en un identificador digital, en el cual la gente de la barra se colocaba enfrente del aparato que los fotografiaba para el control de la barra, el cual posteriormente se quitó.

Con el tiempo, por las disposiciones de la Federación Mexicana de Futbol Asociación (Femexfut), a las barras se le ha quitado la posibilidad de que las banderas entren al estadio, eliminar las bengalas y retirar elementos que le dan color a la fiesta en la grada.

Comenta que incluso les cerraron plataformas, les tiraron páginas de la barra, porque se acabó toda relación con el club.

Guillermo considera que la situación en Querétaro puede derivar en agresiones de las fuerzas públicas, pues como se está estigmatizando y criminalizando a las barras, en lugar de recibir seguridad, están expuestos a recibir agresiones por parte de los policías.

“Eso podría provocar enfrentamientos en defensa a posibles agresiones de las autoridades, porque ya ha pasado que en el Estadio Hidalgo la policía se nos ha ido a golpes en la parte de afuera”.

Son pocos los incidentes de barras en el Hidalgo, pero tiene claro que el más sonado fue ante Pumas de la UNAM, cuando la gente de La Rebel desprendió las bancas del recinto para lanzarlas a la policía. También con gente del América, de Tigres, además incidentes con la Perra Brava de Toluca y otro en que barristas de la Resistencia de Querétaro apedrearon camiones.

Rechaza que como se dice en los medios, se dé dinero, boletos y viajes a los barristas.

“En Pachuca eso no sucede, nunca, nosotros organizamos nuestros viajes, compramos nuestras banderas, conseguimos los boletos en otros estadios, en Puebla, Toluca, en el Azteca”.

En aquella primera reunión de la barra, siempre se hizo hincapié en que el futbol es una fiesta los 90 minutos para alentar al equipo. Jamás se habló de golpes o de defender algo intangible mediante la violencia.

Los Ecos del Huracán lo resumen bien, “a la tribuna hay que darle color, pero que no sea de sangre”.

Edgar Chávez