Kenia Hernández: El peligro de una voz que lidera movimientos sociales

Mujer, afro indígena y defensora de los derechos catalogada como reclusa de máxima peligrosidad

En la Costa Chica del estado de Guerrero, se localiza el municipio de Xochistlahuaca, donde se dice que vive gente que habla “la palabra del agua”, conocidos oficialmente como los amuzgos, Kenia Hernández Montalván es una de ellos.

Kenia es una mujer, afro indígena, feminista, defensora de los Derechos Humanos y  madre, que ha recibido dos sentencias condenatorias en el Estado de México y actualmente está privada de la libertad en el Estado de Morelos tras años de activismo y de luchar contra las injusticias.

La activista ha sido catalogada por las autoridades del sistema de procuración e impartición de justicia como una reclusa de máxima peligrosidad.

Mientras que organizaciones de la sociedad civil, nacionales e internacionales, se han sumado a las exigencias por su libertad.

Historia de Kenia Hernández

Desde que era muy joven, ella se percató de la violencia de género que existía en la comunidad donde vivía.

Decidió estudiar la licenciatura en Derecho

Aún no terminaba su carrera, cuando comenzó a ayudar a las primeras mujeres con asesorías y talleres de género.

Y una vez titulada ejerció su profesión enfocada en defender a las víctimas de violencia de género y a los pueblos que luchan por la tierra y el territorio.

Durante esta defensa, algunos de sus compañeros fueron encarcelados, lo que la orilló a participar en movilizaciones para exigir su libertad, y fundar el Movimiento por la Libertad de Presos Políticos en el Estado de Guerrero.

A través del Colectivo Zapata Vive, como una de las fundadoras, también daba asesorías y talleres dirigidas a comunidades en resistencia contra Megaproyectos y algunos enfocados en la discriminación de personas indígenas.

Fabiola Vite Torres, coordinadora del Centro de Derechos Humanos Zeferino Ladrillero, explicó que Kenia Hernández participaba en la “liberación de casetas” como una forma de protesta.

A la que han recurrido diferentes movimientos sociales para visibilizar algunas problemáticas.

Y de esta forma llamar la atención de las autoridades, con el objetivo de que atiendan sus demandas.

En junio del 2020, mientras  se manifestaba pacíficamente en la caseta de peaje de la Hortaliza-Valle de Bravo en el Estado de México, para exigir la liberación de los presos políticos, Kenia Hernández fue detenida.

Una pareja acusó que mientras se dirigían al peaje de Las Américas en el municipio de Ecatepec en marzo de 2020, presenciaron una manifestación y fueron abordados por la activista y otro cómplice, quien los apuntó con una pistola y les robó una billetera y un teléfono celular.  

La activista ha sido sentenciada dos veces por tribunales de Enjuiciamiento del Estado de México por presunto “robo con violencia”.

Ambas condenas suman 21 años y 9 meses de prisión, además enfrenta otras nueve causas penales.

En mayo pasado, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) manifestó su preocupación por “la presunta criminalización» de Kenia.

Y en julio, el Centro de Derechos Humanos del Colegio de Abogados de los Estados Unidos (ABA) determinó que el juicio de la defensora Kenia Hernández, estuvo plagado de irregularidades y violaciones.

Entre las que destaca la negación de su derecho a estar presente en el juicio.

Y a su participación efectiva en el proceso y a la comunicación confidencial con su abogado.

La protesta; el «gran delito» de Kenia Hernández

Para Fabiola Vite, Kenia representa la diversidad de identidades discriminadas y vulneradas, al ser mujer, persona afroindígena y defensora de los Derechos Humanos.

A su parecer, la prisión es un castigo evidente en su contra, por levantar la voz por las personas que han sido vulneradas.

“Ella es una lideresa, y eso causa mucha incomodidad, ¿por qué una mujer puede mover tantas cosas?. La peligrosidad de Kenia está en la palabra y en la protesta, esa es la peligrosidad y el gran delito de Kenia, ser líder, defensora, levantar la voz, visibilizar y convencer con su discurso, su peligrosidad es su capacidad de organización. Eso es lo que la tiene privada de la libertad”.

Pero también destaca que hay un impacto positivo:

  • La solidaridad de los movimientos sociales que se han sumado a la exigencia y acciones por la libertad de Kenia.

Actualmente hay una campaña internacional y nacional por su causa

Las malas condiciones de agua y alimento dentro del penal, la han orillado  a emprender dos huelgas de hambre.

“Ella es una mujer fuerte y tenaz, pero recibe comida que no es suficiente, no hay condiciones de salubridad dentro de su propio dormitorio, solo tiene acceso a una hora de Sol y no diario, no tiene condiciones adecuadas de trabajo para enviar dinero a sus hijos”, señaló Fabiola Vite.Por su labor como defensora de los pueblos indígenas y campesinos en el estado de Guerrero, Kenia Hernández, ganó el premio «Don Sergio Méndez Arceo», el más importante de México otorgado por la sociedad civil a personas defensoras de Derechos Humanos.

SPM