Mercado 16 de Septiembre: 47 años de tradición y algarabía
Este año se festejó el aniversario con una función de lucha libre, guerritas de espuma y música
Los pasillos de este lugar albergan no sólo los colores de las frutas y verduras de temporada, los olores de los locales dedicados a los abarrotes y semillas, los que ofrecen pescado, cerdo, res y pollo frescos. Tampoco sólo guardan la algarabía que resuena en las bolsas de mandado. El Mercado 16 de Septiembre, ícono en Toluca, revela la historia de una capital que se ha transformado y esmerado en resistir a los embates.
Aunque cumplió 47 años ubicado sobre la calle Gómez Pedraza, en el Barrio de Zopilocalco, los comerciantes que ahora llenan los locales comenzaron la vendimia en lo que actualmente es conocido como el Cosmovitral.
Entre venta y venta, Silvestre Martínez Jiménez, relata a La Jornada Estado de México lo que ha vivido aquí.
“De una u otra forma, éste es el fundador de todos los mercados ya que, en 1930 fue construido en donde está el Jardín Botánico, ya después construyeron el que ahora es el Mercado Juárez porque en su momento el gobierno estatal buscó descentralizar los zocos”.
Cuando se decidió ceder el espacio al artista plástico Leopoldo Flores para que creara su Cosmovitral, la construcción del nuevo espacio arrancó. Era el año 1970 y se habilitó para que los toluqueños compraran su recaudo en 1975.
“Fue el 13 de septiembre cuando se abrió pero decidimos festejarlo el 16 porque es el Día de la Independencia, fue una cuestión de darnos identidad además de que así se nombró: 16 de Septiembre”.
En los pequeños pasillos del mercado se escucha la algarabía popular, aún hay quienes prefieren comprar sus desayunos domingueros como antojitos mexicanos, tacos de cecina, barbacoa, pancita o una comida corrida ahí. A la par llegan quienes se surten de despensa para toda la semana.
En este inmueble existen tiendas de abarrotes, carnicerías, tocinerías, pollerías, pescaderías, cremería, legumbres, verdura, fruta, chiles secos, moles, semillas, herbolaria, ropa, calzado, florería, bisutería, ferretería, artículos de plomería, artículos religiosos, mochilas, artículos para el hogar, jarcería, a precios accesibles.
«Ahora viene la gente ‘sencilla’, pues los de clase media y alta prefieren irse a los supermercados sin darse cuenta que a veces les inflan los precios y los productos no son tan frescos como los que ofrecemos aquí», comentan con nostalgia los locatarios.
Pero no se trata sólo de gritar “Pásele, marchante, marchantita, ¿qué le ofrecemos? pruebe”, quienes ahí pasan los días han generado lazos que los hermanan, los han hecho familia pues la mayoría tiene 47 años en el mismo lugar, abriendo de lunes a domingo.
“De una u otra forma, estamos. Hasta en las mejores familias hay diferencias, problemas pero nos cuidamos, nos respetamos”, añadió.
Para este aniversario no hubo un gran pastel ni tampoco un conjunto musical amenizando las compras de los clientes, lo que sí no pudo faltar fue la euforia de la Lucha Libre, afuera del Mercado, donde decenas de personas celebraron que el zoco existe y resiste a los embates del tiempo y las crisis económicas.
“No podíamos dejarlo pasar desapercibido, hemos sobrevivido a tanto, recientemente a la pandemia, que no podíamos dejar de darle algo extra a nuestros clientes porque no nos han dejado morir. Sí, las ventas están flojas pero confiamos, eso es lo que aquí nos mantiene, la confianza”, añadieron los comerciantes.
Ambulantaje y mala fama
No todo está bañado en colores vibrantes en este zoco. A raíz de la proliferación del comercio ambulante sobre la calle Ignacio Rayón, las ventas han caído y los asaltos en la periferia han aumentado.
Si bien los locatarios consideran que “El Sol sale para todos”, sí reconocen que el ambulantaje ha mermado el tejido social del barrio.
“A todos nos afectan las crisis y necesitamos encontrar la forma de salir adelante pero aquí hay una realidad, no hay vigilancia que sirva. Los asaltos son muchos y clientes han dejado de venir, los precios han aumentado porque la crisis así nos ha orillado ¿qué hacemos entonces? Los presidentes municipales can y vienen, o mejor dicho, sólo vienen cuando les conviene y aquí la inseguridad se respira también hay que decirlo”, reconocen los vendedores aunque desde el anonimato por temor a represalias.
Por ello pidieron más policías y que a los ambulantes se les reubique, que se les encuentre un espacio como ha sucedido antes, señalaron, pues así nació el mercado de Palmillas ubicado sobre la carretera Toluca-Ixtlahuaca.
Que sobreviva la tradición
Pero las crisis, resaltaron quienes han formado vida aquí, las saben sortear, porque en este lugar las tradiciones se respiran pese al embate de los supermercados, las tiendas de autoservicio, la inflación, la pandemia y la inseguridad.
El mensaje es claro: Hay que comprar en los comercios locales, en los zocos que sustentan a miles de familias no sólo de comerciantes sino de productores mexiquenses que, con los años y la convivencia, se han convertido en una sola.