Necesario detener el frenesí diario y repensar la vida: Chavolla Ramos

La pandemia no ha dejado ver todavía los graves efectos sociales, políticos y económicos, dijo

Por segundo año consecutivo llega nuevamente la celebración de la Pascua en medio de la crisis sanitaria del Covid 19, donde se ha experimentado la enfermedad y un gran número de familias han sido afectadas con la experiencia de la muerte de un ser querido, además de que la vida personal y comunitaria se ha visto alterada, dejando al descubierto la fragilidad y debilidad humana, así como los límites e impotencias.

Aunque ya se han comenzado a sentir algunas de las consecuencias de esta crisis, todavía no se alcanzan a vislumbrar en su totalidad sus grandes repercusiones en lo económico, en lo social y en lo político, aseguró monseñor Francisco Javier Chavolla Ramos, Arzobispo de Toluca.

Durante la homilía donde se bendijeron los santos óleos que se utilizan en la administración de los sacramentos, el líder de la iglesia dijo que en la Pascua es posible contemplar la fragilidad y debilidad humanas que se enfrentan al riesgo de la muerte, en medio de la experiencia del temor, la tristeza y la angustia; pero, al mismo tiempo, se ejercita la paciencia ante el sufrimiento, se pone la vida en las manos de Dios y se aceptar su voluntad.

Consideró que es momento para detener el ritmo frenético de la vida diaria, a fin de repensar la vida, con el propósito de resurgir como mejores personas, mejores familias y mejor sociedad.

“La Pascua también es momento para solidarizarse con los que han muerto, con los que carecen de futuro y viven en sombras de muerte, porque son descartados de la sociedad y se les considera poco útiles. La pandemia ha sido un tiempo para la solidaridad con los que menos tienen, con los más pobres”, expresó.

Durante esta ceremonia también los sacerdotes renovaron su compromiso de servicio y se reconoció que desde antes de la pandemia ya se vivía a nivel mundial un tiempo de crisis en la vida sacerdotal y ministerio.

“Nos encontramos ante una crisis interna de la Iglesia, y los tiempos de crisis son tiempos de decisiones y cambios. La crisis debe ser una oportunidad para cobrar conciencia de lo auténtico y concentrarnos en lo esencial”, dijo.

Ante esto, les recordó que los grandes hombres y los grandes santos fueron aquellos que supieron responder a las crisis de su tiempo confiando en Dios y sirviendo a los hombres.