Participación ciudadana mexiquense

Communitas

Por Ricardo Joya Cepeda

El próximo domingo 6 junio se llevarán a cabo las elecciones más grandes en la historia del país: más de 20 mil 200 cargos de representación popular, entre diputaciones -locales y federales-, alcaldías, ayuntamientos e incluso 15 de las 32 gubernaturas del país. En el caso del Estado de México, se renovarán los 125 ayuntamientos, las 75 diputaciones locales -por el principio de mayoría relativa y el de representación proporcional-, y las diputaciones federales en el Congreso de la Unión, tal como ocurrirá en otras 29 entidades del país.

Cuando entramos a esta etapa, un planteamiento recurrente es hablar de la “participación ciudadana”. Los órganos electorales como el Instituto Nacional Electoral (INE) y el Instituto Electoral del Estado de México (IEEM) desde hace meses promueven la participación, impulsando la actualización del padrón electoral y motivando a que la gente intervenga en las decisiones a través de su voto.

Más allá de las descalificaciones en las que se encuentra el INE -desde la tribuna presidencial, teniendo como coro a algunos actores de Morena-, lo único que podrá marcar la diferencia (tal como ocurre en la pandemia por Covid-19) será la responsabilidad que la ciudadanía asuma ante estas elecciones.

Sin embargo, en el caso del Estado de México “los mexiquenses expresan bajos niveles de satisfacción respecto al funcionamiento de la democracia: más de dos tercios de la población en la entidad está insatisfecho” (sic). Así lo plantea el Estudio sobre la calidad de la ciudadanía en el Estado de México, elaborado por el propio IEEM, a través del Centro de Formación y Documentación Electoral.

Adicionalmente, “los mexiquenses muestran un profundo escepticismo respecto a la clase política: sólo 18 % tiene confianza en los partidos políticos y 17 % en los diputados locales (mucho/algo de confianza)”, y por ello -señala el estudio- “el Estado de México aparece como una de las entidades con menor desarrollo democrático”.

La investigación elaborada por el IEEM y El Colegio de México, bajo la coordinación de María Fernanda Somuano y Melina Altamirano, muestra que “el mexiquense promedio se caracteriza por desconfiar del prójimo y en la autoridad (tanto en sus gobernantes como en sus representantes), por su desvinculación social y su desencanto con la democracia”. Si bien, la ciudadanía mexiquense vota, no participa en otra actividad política más allá de compartir información por redes socio-digitales; además de que en dos tercios de la ciudadanía (hasta 2018, fecha en la que se realizó el estudio) existía un sentimiento de ineficacia política.

Eso implica que podría haber poca participación en las elecciones de junio próximo, porque poco hemos hecho como sociedad para impulsar una verdadera participación ciudadana -que vaya más allá de emitir un voto- y en un escenario como el que vive el país, participar es un asunto de gran relevancia, pero nunca -lamentablemente- una prioridad.

PERCEPCIÓN

Vaya asunto en el que se ha documentado en redes socio-digitales con las vacunas que no son vacunas. ¿Cuántos casos así se habrán presentado en todo el país?