Planeación para el agua, desdén por este instrumento económico

La Fuente

Desde los años 70 México inició con la implementación de algunas políticas basadas en la teoría neoclásica de la economía, lo que contribuyó a cambios en instituciones que tendrían consecuencias relevantes para el país, como la desaparición de la Secretaría de Programación y Presupuesto, encargada de la planeación del desarrollo, contrapeso de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público. 

Esta separación permitía que el encargado de recomendar qué se debía realizar para el desarrollo del país, no fuera el responsable de los recursos. En la actualidad la SHCP se vuelve juez y parte en las decisiones de inversión y desarrollo de México.

La importancia de la planeación dentro del sector gubernamental se puede interpretar a partir de su definición. Planeación es la aplicación racional de la mente humana en la toma de decisiones anticipatorias, con base en el conocimiento previo de la realidad, para controlar las acciones presentes y prever sus consecuencias futuras, encausadas al logro de un objetivo plenamente deseado satisfactorio. 

Los horizontes de la planeación en un entorno tan cambiante como el actual se han reducido, lo que antes se consideraba largo plazo, abarcaba periodos de más de 10 años, el mediano plazo era de 5 hasta 10 años y el corto plazo de un año hasta los 5. 

Hoy ya no podemos siquiera imaginar lo que ocurrirá en 5 años, por lo que tal vez el largo plazo no debería considerarse más alla de 10 años, mediano plazo hasta los 5 y corto plazo a partir del día de hoy y hasta un año.

Imagine cuántos recursos y problemas se pueden reducir o eliminar si se cuenta con lo que menciona la definición, haciendo referencia al subsector agua y Saneamiento. 

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Algo que es imprescindible en primer lugar es saber a dónde queremos llegar como nación.

Ponernos de acuerdo entre todas las visiones es dificil, pero no imposible; podríamos empezar por decir que estamos de acuerdo en los “qué”, y para ello existen ya declaratorias universales como los derechos humanos al agua y saneamiento, incluso se detalla en qué consisten, aunque puede ser variable en su concepción de acuerdo a cada país o localidad. 

La discusión viene acompañada de los “cómo”, los “quiénes” y “cuánto”. Si somos capaces de preveer el mayor número de escenarios posibles en los temas hídricos, podemos desde hoy pensar en las posibles soluciones y o formas de enfrentarlos, y junto con ello discutir cuántos recursos se requieren, quiénes deberán participar y qué le corresponde a cada quién.

Imaginen cuántos problemas de hoy se hubieran podido evitar si se tuvieran o se hubieran seguido los planes.

Los instrumentos de planeación por supuesto que no deben estar hechos con una visión de horizonte de 10 años, deben estar pensados a muy largo plazo, 30, 40, 50 y tal vez 100 años. 

La realidad, sus problemas, recursos y herramientas habrán cambiado en dichos periodos de tiempo es casi seguro, pero para ello se deben realizar revisiones periódicas de los planes, con el objetivo de que no pierdan vigencia y se puedan incorporar o eliminar elementos que los integran. 

En cuanto al agua y sus temas relacionados requieren de un plazo considerable, esto debido a los procesos que hay que desarrollar para lograr nuestros objetivos.

Se requieren cantidades importantes de recursos tanto humanos como materiales, así como de ejecución y seguir al pie de la letra su planeación.

Sin embargo, anteriormente expliqué parte de su fracaso.

En México nos hemos acostumbrado al “cortoplacismo”, en desdeñar todo lo que hemos hecho y en tratar de empezar de cero en cada cambio de administración. 

Los planes son documentos simbólicos que nadie sigue y menos se cumplen, los mismos responsables de elaborarlos y seguirlos los entienden como una obligación administrativa que hay que cumplir, pero que nada pasa si no se llegan a las metas y objetivos, por ello las áreas de planeación de todos los órdenes de gobierno tienen tan poca importancia, no se cuenta con personal capacitado para ocupar esos puestos y las consecuencias las pagamos todos. 

Un país no se construye solo a corto plazo, comencemos a profesionalizar la función pública y que los planes se sigan, con todas las correcciones que se tengan que hacer con el paso del tiempo y, sobretodo, exijamos como sociedad que se sigan, independientemente de quién encabece cada institución.

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