Pobreza

Se me estruja el corazón y ya no sé ni qué decir. Pero cuando leo que 52.4 millones de mexicanos como yo, como usted, que han nacido en este suelo, en esta bendita tierra, tienen alguna carencia social importante: que no cuentan con educación, ni salud, ni vivienda, ni empleo, ni agua, luz, gas, teléfono, transporte, ni co-mi-da… no tengo ya nada que argumentar. He visto a los señores y a sus compañeras ir a sacar comida de los basureros, ¡para darles de comer a sus hijos!, y se me parte el alma. ¿Es que ya somos muchos?

Miles de gordos en este país, clasificado como el más obeso del mundo, y casi 9.3 millones de paisanos partiéndose la vida para poder comer una vez al día, que viven en pobreza extrema. Y el contraste: treinta y cinco compatriotas mega-millonarios -y qué con Carlos Slim… que sigue siendo uno de los hombres más ricos del mundo-, también son mexicanos.

¿Qué clase de valores, de virtudes, de religión o de cultura podemos darles a estas personas, o cómo juzgarlas si no tienen otra posibilidad sino de drogarse, delinquir, abandonar a sus hijos o tirarse al metro para mal morir?

Y por supuesto que no las estoy avalando. Necesitaría ser una estúpida. Pero sí las estoy comprendiendo. Porque es muy cómodo vivir en la inteligencia, cultura, fortaleza, limpieza, con la luz y el brillo del santo sol, con agüita caliente, luz, gas, bosques, prados, flores y frutas; con una maestría, doctorado; yendo a Yale o a Harvard, o de perdida al INAP o a la Panamericana, ITAM, o CIDE, a estudiar lo que ya no debemos hacer más… porque hasta ahorita no la hemos hecho los grandiosos administradores públicos.

Se me ocurrió hace años –por lo menos treinta y cinco–, hacer programas de planificación familiar, dentro de la Secretaría de Salud de este país, cuando estaba de secretario Mario Calles, quien instruyó a Federico Chávez Peón, que me enseñara a hacer Protocolos de Investigación. Hablo de dos excelentes médicos que tuvo mi país. De allí nació el primer Programa de Apoyo a la Mujer Mexicana en esa Secretaría. Después nació el Conapo. Luego hice lo mismo para el Estado de México. Nació la Coordinación General de Planificación Familiar que duró sólo tres años. Aquí, se pudo bajar la tasa de natalidad de 2.9 a 2.2. Pero… pero después se les olvidó el asunto a todos. Más, si era tiempo de elecciones.

La pobreza es un fenómeno que puede ser causado por miles de factores que pueden ser naturales, políticos, y sociales, que se deben de estudiar con sumo cuidado. Mientras -insisto- nacen y nacen niños.

Pero, ¿cómo abolirla? Esto no se acaba dándole dinero a los desamparados. Probablemente, enseñándoles a las personas cómo conseguir trabajo, en tiempos de virus; abriendo puertas enormes sin egoísmos que les den una gota de educación, salud, vivienda: bienestar bio-psico-social. Concientizando a los gobiernos la diferencia de tener poco, pero que sirva para apoyar al ser humano que es nuestro par, en este transcurso que se llama vida. Apoyemos todos, para vivir mejor. Ruego.

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