Reforestación vs calentamiento global

Una de las acciones que han acaparado la atención en la COP26 contra el calentamiento global en Glaslow, Escocia, es la declaración sobre los bosques y el uso de la tierra que tiene como propósito preservar las zonas boscosas y la degradación de la tierra para el año 2030, además de promover un desarrollo sostenible y una transformación rural inclusiva.

Pero aquí en México, en un primer saque, el tema no era en sí la declaración y su contenido, sino la ausencia de nuestro país en el listado inicial de 105 naciones que representan el 86% de superficies boscosas en el mundo.

Esa ausencia obligaba a revisar una y dos veces más el listado empezando por Albania y concluyendo en Zimbaue, pasando por Alemania, Brasil, Canadá, Estados Unidos, entre muchos más; pero no; al recorrer el índice de las naciones no aparecía en esa primera relación el nombre de nuestro país. 

Las acciones contra el cambio climático no merecen ambigüedades o amagos; por el contrario, requieren firmeza, no medias tintas. 

Se desconoce cuál fue la intención real de diferir la adhesión, si fue una acción de protagonismo o protocolaria, no se tiene precisión, sobre todo cuando se trata de una estrategia global, en la que habrá fuentes de financiamiento y enfoques integrales de manejo verde.

Y resulta paradójico porque con un país como el nuestro, con la extensión boscosa que tiene, era para figurar desde el primer momento en una acción con fines de preservación del medio ambiente.

Por información emanada de una fuente recurrente de consulta que es Statista, en México se estima que el área que ocupan las zonas arboladas es de alrededor de 66 millones de hectáreas; es decir, una tercera parte de la superficie total del país. 

De hecho, México es uno de los países de América Latina con mayor superficie destinada a tierras forestales; a pesar del deterioro que ha sufrido por incendios forestales.

Por ello, el propósito de estas acciones es detener y revertir la pérdida de bosques y la degradación de la tierra para el año 2030 en diversas regiones del mundo. 

Una acción urgente que amerita atención eficaz más allá de protagonismos, si tomamos en cuenta que estudios de la ONU para la Alimentación y la Agricultura, puntualizan que en los últimos 30 años se han perdido cerca de cinco millones de hectáreas de superficie forestal arbolada en territorio mexicano.  

Por ello los esfuerzos compartidos buscan conservar los bosques y otros ecosistemas terrestres; el desarrollo de una agricultura rentable y sostenible; el reconocimiento de los múltiples valores de los bosques y de los derechos de los pueblos indígenas, así como comunidades locales; además de promover la seguridad alimentaria y beneficiar al medio ambiente, entre otros.

Un tema relevante es el financiero, con objetivos internacionales para revertir la pérdida y degradación de los bosques. Un dato de esa movilización de recursos: 12 países donantes proporcionarán 12 mil millones de dólares en los próximos cuatro años para apoyar a naciones en desarrollo en temas como la restauración de tierras degradadas, lucha contra incendios forestales y promoción de los derechos de los pueblos indígenas y comunidades locales.

De ese tamaño es el problema.

@periodistamex