Sor Juana y los paradigmas rotos

Con singular alegría

Sor Juana es universal. Ejerce parte importante en la historia, no por ser hombre ni mujer, sino un ser humano genial, caracterizado en la humildad de una mujer encerrada en su mundo -un convento- que se dedicó en el transcurso del tiempo, a romper paradigmas establecidos por la historia.

Apenas en el siglo pasado, se demostró que la mujer tenía la misma capacidad que el hombre. En el renacimiento, existe la idea de que la mujer es el sexo débil e inferior al hombre. Ella tiene asignadas actividades específicas, sin poder aspirar o acceder a nada más.

Con la llegada del Siglo de las luces -hacia finales de 1600 y principios de 1800- las ideas liberales comienzan a predominar por toda Europa, estableciendo los derechos igualitarios de la mujer y el hombre. Esto genera un choque de ideologías.

Se da el desarrollo de las ideas liberales, como la Revolución Francesa y la Americana. Surgen principios de sistemas políticos nuevos, la monarquía y el absolutismo se terminan, y los conceptos de Estado y Nación comienzan a proliferar por todo el mundo. Comienza a hablarse de Estados y de Naciones, ya no de Reinos.

La idea del filósofo de las ciencias, Thomas Khun, es que dentro de un universo en donde todos concuerdan con una misma idea, existe un consenso, y cuando alguien demuestra, que esa idea es falsa, provoca una revolución en el conocimiento de las cosas, las teorías y los métodos.

Entonces somete a discusión y análisis diversas categorías y conceptos para que esa verdad que el científico busca comprobar, sea aceptada por todos: decimos que se rompe el paradigma. Entonces se establece el enigma que se desconocía. Se hace un nuevo paradigma.

Entonces, debemos definir qué es el ser mujer. Y explicar cómo ha sido considerado el género femenino pre-establecido de los grandes científicos, en este sentido y a lo largo del tiempo. Y quién o quiénes han sido capaces de romper con los paradigmas a lo largo de la historia. Como ejemplos práctico-históricos tenemos a Sor Juana.

Pasaron muchísimos años y por supuesto sucesos. Felizmente y con muchas vicisitudes, llegaron los años cincuenta y fue cuando se obtuvo el hallazgo en México de la píldora anticonceptiva. Habremos de recordar que fue el Doctor Jorge Martínez Manantou quien en 1951 descubrió para el mundo entero los anticonceptivos hormonales, hecho que revolucionó bio-psico-social y culturalmente a la mujer hasta ese momento. Sin embargo, dicen los libros de texto de la Secretaría de Salud que México goza del privilegio de haber sido la cuna de la anticoncepción hormonal; en octubre de 1951, George Rosenkranz, Carl Djeerassi y Luis E. Miramontes, lograron la síntesis de la noretisterona. Con ese descubrimiento, se inicia la era de la píldora anticonceptiva y de la anticoncepción hormonal como una posibilidad al alcance de millones de mujeres.

En la comunidad científica el paradigma que prevalece respecto a la mujer, es entendido bio-psico-socialmente. Pero no sólo eso: en la actualidad la mujer está inmersa en un campo nuevo abierto: el político, el económico, el cultural y el social.

¿Por qué no pensamos que todos los programas establecidos para la mujer desde el gobierno y organizaciones no gubernamentales, deben ser entendidos desde la perspectiva de: qué les podemos nosotros dar a ellas? ¿Qué es lo que necesitan de nosotros para que ellas establezcan la diferencia en sus vidas?

Esto viene arrastrándose de culturas orientales y occidentales que en este momento están insertas dentro del marco de la globalización. En este momento de vida, en pleno siglo XXI, algunas mujeres en Afganistán están siendo matadas por no reunir los paradigmas establecidos alrededor de los hombres Talibanes que expresan su furia todos los días. Para muchas culturas, la mujer debe estar en su casa, y es la variable únicamente de reproducción social. El hombre es la variable de la organización económica, de la producción.

La ideología es decir: esto es científico y lo tomo en cuenta. Pero también podemos decir: esto no es cierto. Proponer y tratar de entender que una nueva verdad que es conocida durante siglos y no mencionada, es que las mujeres deben de estar mejor capacitadas; bien educadas. Decidir ellas, tener los hijos que quieran.

Esa es la utilidad que le sirve a una organización. Si yo sé que le puede servir más mi trabajo a las mujeres y a la organización que represento y en la que trabajo, mi meta está cumplida. Es cuestión superada.

Pero si yo puedo resolver los problemas por la organización a la que pertenezco y usar el poder que tengo para hacer algo por ellas, la organización sirve y yo también. Entonces, el trabajo valió la pena.
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